Soulmates #Love #Love #Hate #Hate #Hate #Hate

Los puntos le duraron una semana en el brazo y pocas veces en la vida se le había pasado tan lento el tiempo. Había estado encadenado a su escritorio cada día, durante 8 horas, algunos días 10, haciendo papeleo. Maldito papeleo. Se le partía la cabeza y no quería volver a ver un informe por, al menos, un siglo. Aunque sabía que tendría que hacerlo, probablemente mañana.

Salió de la ducha, con aire relajado y más bien cansado, arrastrando los pies. Le dio pereza vestirse y se metió en ropa interior a la cama, bostezando durante todo el proceso de acostarse y taparse hasta el cuello. Por suerte ya no tenía dolor alguno y la cicatriz no había sido tan notoria como esperaba.

<Todavía te duele el hombro?> dirigió la pregunta sin pensarlo demasiado, más bien curioso y con un vestigio de culpa hacia el pobre sujeto al otro lado de esta relación extraña que tenían. Fuera quien fuera, se había ganado un ticket directo a sufrir dolores inexplicables de por vida. Mal le pesase, recibía mas heridas de las que quisiera en el trabajo.

<PERO LA!!! No. Pero casi me tiro agua hirviendo encima. Gracias.>

Le llegó el pensamiento del soulmate que ya hubiera comenzado a olvidar si no fuera porque avistaba su nombre todos los malditos dias mientras colaba unos ravioles prehechos que había comprado esa tarde para festejar las buenas notas en los exámenes de Timothy.
Terminó de dar vuelta la olla sobre el colador y luego lo sacó de la pileta para tirar los ravioles en la cacerola de la salsa.

<Pero no. Sólo dolió un rato ese mismo día y nada mas. ¿Qué carajos hiciste si se puede saber?> Preguntó curioso pero negándose a demostrar preocupación o interés con un "a vos te sigue doliendo?"

- TAAAAAAA tengo hambre! Si la salsa que te hice se enfrió no te vuelvo a dejar cocinar el resto de la semana. - Se quejó su hermano menor. Había insistido en hacer la salsa negándose a dejar que Tahiel arruinara los ravioles de fábrica. Eran lo suficiente costosos como para echarlos a perder con una salsa mediocre(?

- Ya están! Ya están! - Le respondió divertido, olvidando su reciente conversación silenciosa. Terminó de mezclar las pastas con el tuco y sirvió dos platos que llevó a la mesa que Timothy ya había puesto con cubiertos vasos y bebida.

El exabrupto lo sorprendió y le dio gracia, aunque no estuviera dispuesto a admitírselo. Exhaló aire por la nariz en respuesta, e intentó imaginarse qué estaba haciendo el otro. Pero se detuvo de inmediato, dándose cuenta con horror de lo que estaba haciendo. Lo que menos tendría que hacer es estar pensando en él, y menos con un tono tan ameno y casi nostálgico, como si fueran amigos de toda la vida. "Dios, no. Me niego." Se reprochó a sí mismo, negando con la cabeza y acariciando de forma ausente al eterno presente Klaus sobre su costado derecho.

<Gajes del oficio.> se limitó a responder para no entrar en detalles. Su celular sonó entonces sobre su mesa de luz y se estiró para traerlo hacia sí y leer los mensajes. Era Liz, la simpática doctora del hospital con la que había estado hablando durante la semana y con quien había acordado salir el viernes.

"Mañana es viernes." Se recordó pensando en los lugares a donde podrían ir durante la cita y bostezó, empezando a quedarse dormido.

Mientras Tahiel hablaba con Timothy a la par que comían los ravioles le llegó otro mensaje telepático que ignoró y no respondió. Además, qué clase de respuesta esquiva era "gajes del oficio"?

Al día siguiente, viernes, Tim llegó con un varios amigos del colegio. Tahiel había accedido a acompañar al manojo de niños de 12/13 años al cine, no tuvo más opción cuando su hermano usó su carta trampa "buenas notas". Pero aunque vigilar a esas cinco bolas de hiperactividad juvenil era todo un desafío no podía hacer mucho en contra mientras veía a su pequeño hermano divertirse.

Después de comer el almuerzo que estuvo a cargo de Tim y sus ayudantes (salchichas con puré), los escoltó mientras tomaban el colectivo hasta el shopping dónde estaba el cine. Él mismo no tenía mucho que hacer, pero mantenerlos a todos vigilados entre la multitud no le dejaba mucho tiempo libre tampoco.

- Tim! - Lo llamó en un momento y le hizo un gesto para que se acercara. - Vayan a comprar las entradas primero. - Le aconsejó dándole plata para dos entrada, la de ellos dos. - Tus amigos tienen todos? - Preguntó mientras sacaba algo mas por las dudas y para que se compraran unos pochoclos y algunas bebidas. "Y ahí se va gran parte de las últimas joyas que vendí" Vio con impotencia cómo su pequeño hermano tomaba los billetes con un "Gracias" alegre y una brillante sonrisa en el rostro. T-T my money $$$ T-T

Fue todo un placer poder volver a las calles, por muy cansado que quedó para el final del día. Escribió el informe rápido y dejó atrás a los rezagados para irse pitando a su departamento. Tuvo poco mas de una hora para bañarse, vestirse y dejar la comida de los perros (de lo contrario se iba a encontrar con la casa absolutamente de cabeza y más allá de todo punto de salvación), pues sabía que no estaría de vuelta hasta la mañana del día siguiente.

Se reunió con la enfermera en un bar más bien chico pero de ambiente ameno y decoración moderna. Había varias parejas presentes, posiblemente en la misma situación que ellos, en plan de diversión de una noche. Estuvieron allí cosa de una hora y media, dos, antes de que ella le diera el pie para que la llevase a su casa. Y él no iba a negarse.

Hicieron tiempo dando vueltas por el shopping hasta la hora de la película y después de ella volvieron al pequeño departamento que compartían los hermanos. La Jauría de infantes(? se quedaba a dormir aprovechando que el día siguiente era sábado.
- Sólo no rompan nada. - Fue lo único que les dijo Tahiel antes de dejarlos solos en el living y encerrarse en el estudio. Al fin un poco de paz.

Después de varias horas encerrado cansado de hacer una cadena de oro eslabón, por eslabón, por eslabón, por eslabón, por eslabón y maldecir eslabones, se desperezó aburrido en la silla y divisó por el rabillo del ojo el maldito tatuaje que asomaba por debajo de la manga corta de su remera.
<Tengo hambre> Le dirigió a la persona correspondiente al nombre que tenía escrito por el simple hecho de molestar e impulsado por el aburrimiento. Se levantó y observó la hora. Era pasada la media noche, Tim ya debería haberlo llamado para cenar...

Salió del estudio y se encontró una fortaleza en el living hecha con los muebles que había disponibles. En el medio de todo el desastre había un tablero de TEG y cabezas y brazos se asomaban por entre almohadones y sillas para tirar dados y mover fichas.
Tahiel no quiso preguntar y pasó de largo para ver qué les hacia de cenar esperando que después ordenaran un poco aquél desorden.

Ignoró la voz en su cabeza, maldiciendo el pésimo momento que había elegido su soulmate para hablarle. Pero estaba dispuesto a llevar adelante la cita y sus planes para la noche. Con o sin marca en la espalda, no le debía nada. Poco sabía que el otro se enteraría de su pequeña aventura. Siguió con su curso y condujo hasta el hogar de la rubia con la expresión impasible.

Le tomó un momento analizar sus alrededores antes de perder el control minucioso de la situación. El departamento era pequeño y modesto, pero con una belleza de notorio cuidado femenino y calidez hogareña. Hubiera esperado algo un poco más austero y abandonado viniendo de alguien que invertía más tiempo en el trabajo que en el hogar, en el que probablemente sólo dormía y llevaba invitados. Se sintió honrado y convencido a hacerlo una excelente inversión de tiempo.

Al poco tiempo que atravesaron el umbral y la puerta estuvo cerrada, alrededor de la una de la mañana, se entregó a lo que ella quisiera hacer. Respondió los besos con igual intensidad, acariciándola por sobre la ropa con cuidado y disfrutando las que recibía a cambio. Sus manos definitivamente estaban entrenadas pues sabían exactamente lo que hacía; bendita fuera la medicina.

Con mucho disimulo se "dejó guiar" al sillón, sobre el que cayó sentado y fue rápidamente aprisionado, y recorrió las largas piernas de su actual compañera al momento que descansaron a cada lado de su cadera. De mantenerse en esa posición, con ella en su regazo, no tendría de qué preocuparse cuando la ropa ya no estuviera de por medio. Lo que ocurrió escasos minutos después.

No tomó mucho para que ambos estuvieran totalmente entregados al placer y la lujuria, sin saber que una tercera persona estaba al tanto de todo esto, compartiendo la experiencia y los estímulos que Anthony recibía.









//En criollo, te vas a poner re caliente de forma inexplicable. Because I can. El dolor y el placer se comparten muajaja//

Después de abrir la heladera y meditar sobre lo que había un buen rato, la cerró y fue a buscar el teléfono.
- Pizza está bien? - Les preguntó a los chicos y recibió un "sí" unánime.

Cuando llegó el delivery, les dejó las pizzas a Tim y se llevó 3 porciones en un plato al estudio. Había terminado de comer y se había puesto a leer un libro, no es que pudiera dormir con el barullo de la sala, cuando comenzó a sentirse algo extraño y miró el título del libro. "Historia de los Museos" y, a diferencia de otros capítulos, el que leía en ese momento era de pura arquitectura, con paredes y columnas lisas.

Intentó ignorarlo y seguir leyendo pero la sensación no hacía mas que crecer sin motivo alguno y de una forma completamente anormal. Al final no pudo hacer mas que recordar el accidente de otro día, donde dolores repentinos le habían ocurrido, y no pudo evitar comenzar a putear al culpable responsable.

<LA PUTA QUE TE RECONTRA RE MIL PARIÓ! Me alegra que te estes divirtiendo pero yo tengo un ejército de niños en la habitación de al lado!>

Se separó un poco brusco de los labios de la enfermera, cerrando los ojos en un gesto algo molesto. Pero una sonrisa pícara se le dibujó en los labios mientras ella le robaba a besos en el cuello cualquier vestigio de mal humor que pudiera habérsele formado.

<<Pues lo siento por ti.>> Estaba demasiado perdido en la sensación y en el calor para caer en la cuenta de que el otro sabía, SABÍA, lo que estaba haciendo. No tenia suficiente raciocinio para pensar en detenerse, o para tenerle consideración. Era puro instinto y gozo y la doctora era demasiado buena en lo que hacía como para invocar a su sentido común de la nube embriagadora de placer en la que estaba.

".... ¿Qué?" Tahiel no supo cómo reaccionar por un momento. Pero no tardó nada en volver a dirigirle insulto tras insulto. Aquella sensación no hacía mas que aumentar y lo peor de todo era lo placentera que era. A la par de incómoda. Al fin y al cabo lo que sentía era porque el otro estaba...

< Ya basta! No podes ser tan basura!> Le exigió dejando el libro a un lado. Subió sus pies a la silla y abrazó sus piernas intentando reprimirse todo lo que podía, con la vista fija en un pequeño martillo que había sobre el escritorio junto a unas pinzas. La tentación de golpearse para transmitirle el dolor al otro y cortarle la diversión era demasiado grande...

Los insultos no paraban de llegarle pero sinceramente no escuchaba. De alguna forma podía sentir la incomodidad del otro pero estaba enterrada en lo mas hondo de su conciencia.

Escuchó sus palabras pero fueron ahogadas por un jadeo de placer de la doctora y se concentró en terminar con la situación que tenía entre manos, en más de un sentido. No duraron mucho más. Se quedaron unos minutos juntos, recuperando el aliento y compartiendo el calor y la cercanía. Se hicieron un par de bromas leves, de comentarios sarcásticos, y ella se dirigió a la ducha.

Anthony, por su parte, se desperezó y se vistió, aunque no del todo pues sabía que estaban por irse a la cama. Se adentró a su cocina por un vaso de agua, en camisa y boxers, con un leve quejido ante el piso helado de baldosas.

<Ya. Puedes dejar de insultar.>

<¿Que puedo dejar de insultar? ¡Voy a seguir insultando! Pedazo de hijo de puta! Sos una mierda! Un sorete! Idiota! Pelotudo! Imbécil! Etc...>
Siguió insultando y cuando se quedó sin insultos comenzó a repetirlos. Fue la primera vez que se sintió desilusionado por su falta de vocabulario. ¿No había más que pudiera decirle? Debía haber varios insultos perfectos que escapaban a su conocimiento.

Siguió así durante un buen rato, alrededor de una hora, hasta que se hubiera calmado lo suficiente como para poder salir del estudio para ir al baño a darse una ducha fría. Sin importarle que sean alrededor de las 2/3 de la mañana. Por mas que el boludo de su soulmate ya había terminado con sus "quehaceres" y los estímulos"externos" habían cesado, su cuerpo ya había reaccionado a ellos. Y se negaba a terminar algo que había comenzado de esa manera.

Para su suerte Tim y sus amigos hacía tiempo que se habían dormido y no se levantaron con los ruidos que le era imposible no hacer mientras se movía o se duchaba, por lo tanto pensó aliviado que se había salvado de preguntas incómodas como ¿Qué hacía duchándose a esa hora y con agua fría?
Después de cambiarse y ponerse el pijama fue a la habitación a buscar frazadas que comenzó a tirar sobre los cuerpos que había desperdigados por toda la sala de estar.

<Te lo juro, te voy a hacer lo mismo en el momento mas incómodo del día. ¿Trabajas? ¿Algún hermano, pequeño que cuidar? Un sobrino? Alguna reunión? Cuándo? Decime, dale! > Fue lo último que pensó, furioso antes de tirarse a dormir.

Se mantuvo impertérrito mientras los insultos le seguían lloviendo y se limitó a pensar que el destino lo había ligado con alguien más bien complicado. Aunque en algunos niveles agradecía que sus quejas no fueran por celos, que no sabría manejar o tolerar, sino que por fines "prácticos". Lamentaba incordiarlo, entendiendo como hombre cuán molesto podía llegar a ser, pero tampoco iba a reformar su vida por su bien o estar consultando cada vez que pensaba hacer algo. No es como si hubieran tenido una conversación decente desde que se habían "conectado" siquiera.

Bajó el vaso vacío y lo enjuagó rápido en la pileta de la cocina. Se rio ante el desesperado intento de vengarse de su soulmate y se apoyó contra la mesada, sintiendo el filo de mármol frío contra la cadera. <Tienes algo de adorable.> fue todo lo que se limitó a responder, escuchando la puerta del baño abrirse.

Se alejó entonces de su ubicación y se dirigió al cuarto de la chica, a sabiendas de que parecía dispuesta a compartir la cama hasta la mañana. Y era agradable la idea de sentir calor en las sabanas que no fuera el suyo o el de sus perros.

<GAAAAAAAAHHHHHHHHH!!!!!!>

Ya se había acostado y cerrado los ojos cuando le llegó el comentario y se incorporó de golpe con el grito furioso y silencioso resonando en su mente y, probablemente, en la de su odiado soulmate.

<TE VOY A MATAR. TE JURO QUE SI TE TENGO EN FRENTE TE MATO.>

Le gritó mientras mordía el dobladillo de sus sabanas iracundo para no gritar ni putear sonoramente y despertar a Timothy ni a sus amigos. ¿Qué parte de él era adorable? ¿¡De dónde había sacado el otro que era adorable!? ¿¡Qué carajos tenía en la cabeza para ocurrírsele decir eso!?

Esa noche no pudo dormir pero apenas se fueron los amigos de Timothy, Tahiel aprovechó a dormir el resto del fin de semana.
El lunes se reinició su rutina, hacer joyas, venderlas, comprar mas materiales, buscar un trabajo mas conveniente y estable y un nuevo departamento. No volvió a comunicarse con su soulmate y se hubiera olvidado de él si no fuera por ese maldito tatoo que le impedía usar sus amadas remeras sin mangas. Por mas que estuvieran en pleno invierno. Tahiel detestaba las mangas y le resultaban completamente incómodas.

Pasó poco mas de un mes sin que ocurriera nada fuera de lo común, excepto sus últimas visitas bastante frecuentes a uno de los museos.
Quería mudarse a fines de ese año o a mas tardar a principios del siguiente. La zona en la que vivían nunca había sido de las mejores y Tahiel quería aprovechar que Timothy terminaba la primaria y comenzaba la secundaria para moverse. Aunque aún no sabía bien dónde pensaba ir su hermano pequeño, tendrían que sentarse a hablar. Si se mudaban a un lugar cerca de donde iba a estudiar mejor.
Por otro lado cuando los amigos de su hermano menor se habían quedado Tahiel los había escuchado hablar del bajé de egresados y no quería privar a su hermanito de ir y divertirse.

En resumen: Necesitaba dinero. Aunque tenía bastante ahorrado y si vendía las piedras preciosas de otros robos que tenía guardadas le alcanzaría sin problemas, las había obtenido hacia relativamente poco y prefería mantenerlas en las oscuridad durante un buen tiempo más. A menos que se presente algo urgente.

Tahiel daba vueltas frente a las vitrinas del museo mientras pensaba en todos los problemas que se le avecinaban.
Miró la hora y notó que estaban por dar las 10. La hora de cierre del museo. Miró a su alrededor y confirmó que no había mucha gente. En la sección en la que estaba solo quedaba un guardia en la otra punta de la sala y otra única persona bastante lejos y absorta en una de las exposiciones.
Se acercó a una de las vitrinas con la misma naturalidad que cualquier visitante y se posó a "observarla" estratégicamente mientras ocultaba sus acciones de los presentes. Aunque lo único que necesitaba hacer era dejar una nota.
"Una corona en desuso pierde su esplendor, se ve muy solitaria en su exposición. El próximo domingo volverá con su rey, a media noche desaparecerá junto a él."
Dejó el trozo de papel frente a la corona del famoso y difunto rey Pepepepe? y salió del lugar mientras se anunciaba por los parlantes la hora de cierre.

No supo cómo sentirse luego de un mes de no tener noticias de su soulmate. No es como si hubiera esperado saber algo, o hablar con él, pero de alguna forma luego de todo el evento con la doctora aquel viernes, no esperaba que se desvaneciera así. Con el correr de los días, se encontró pensando en ello con cierta frecuencia y dudaba entre disgustarse consigo mismo y sentirse patético; siempre terminaba con un poco de ambas.

Como fuera, su principal entretenimiento fue su trabajo y las salidas con amigos. Por fortuna, no fue herido gravemente en aquel período ni se "enredó" con más nadie de momento. La médica había vuelto a llamar y era probable que se encontrasen de nuevo en algún punto, no muy lejano. Bajó el celular al escritorio y se desperezó en su asiento. -Tony- la voz de su jefe lo sacó de sus pensamientos y, por inercia, se acomodó rápidamente y enderezó su espalda al voltear a verlo.

-Capitán- respondió intentando evaluar con qué intensiones había ido a buscarlo.

-Sé que es tarde, pero ¿te importaría quedarte unas horas más? No prometo pagarte las extras pero te invitaré la cena- supo de inmediato que algo iba mal para que le fuera a pedir semejante favor.

-Seguro pero ¿cuál es la ocasión?-

-Obsidiana- todo encajó de inmediato y suspiró molesto, otra vez iba a congelarse hasta la médula. Sin embargo, el capitán pareció notar su expresión y negó con la cabeza -Voy a llevarme a cuanto oficial encuentre; necesito que te quedes de guardia aquí en la estación con un manojo de gente-

El alivio se le dibujó en todo el rostro y asintió. Si bien era domingo, no le importaba pasarlo en el trabajo /dentro/ de un edificio; el clima se había vuelto cada vez más frío y ya habían anunciado en más de una ocasión la posibilidad de una nevada en la ciudad. Se apoltronó en su asiento una vez que el jefe se hubo ido y encendió la radio; era una forma de brindar apoyo, el escuchar cómo progresaba el operativo.

¿Lo atraparían esta vez?

- Si, si Tim. Solo llamaba para ver que todo andaba bien. Si, hoy vuelvo a casa. No me esperes despierto. Come algo y andate a dormir. No te quedes viendo la tele. Jajaja. Si si, no te preocupes. - Tahiel cortó la llamada con su hermano y guardó el celular en el bolso que tenía a su lado. Lo había dejado solo en casa desde la noche anterior y ya había pasado casi todo un día que no lo veía. Aunque no era mucho tiempo y Tim era demasiado responsable para su edad, no podía evitar preocuparse.

Obsidiana estornudó bajó bajo la frazada negra en la que se ocultaba. Aunque tenía eso y un buzo y por más que le gustara el frío, un día entero en la intemperie casi sin moverse le había comenzado a afectar. Después de todo estaban en pleno invierno. Se terminó el agua del termo que ya había dejado de estar tibia hace rato y miró la hora. 11.16 pm. Volvió a estornudar y maldijo que el tiempo no pasara mas rápido mientras resistía sus ganas de efectuar el robo a hora temprana. Tenía una imagen criminal que sostener. Cuando al fin dieron las 12.50 guardó la frazada, el buzo que tenía puesto y se quitó y los tres termos ahora vacíos dentro de la bolsa, junto con varias bolsas de basura que en su momento contuvieron comida.
Se ató una venda en el brazo para ocultar el maldito tatuaje, una pequeña botella de agua a la cintura y se puso su mascara antes de dejar el bolso en un lugar seguro del techo y entrar al museo por una de las ventanas del ático olvidado del museo.

Allí agarró una bolsa de escombros que había dejado de antemano (entre todo el desorden y chatarra que había allí, aunque hubieran subido a revisar no hubiera llamado la atención) y bajó al tercer y último piso del museo para meterse sin problemas al conducto de ventilación luego de revisar que no había nadie a la vista.

Se arrastró y llevó consigo la bolsa de escombros, con cuidado de  no hacer ruido sobre todo cuando sentía gente pasando bajo él, hasta llegar a la entrada que estaba justo sobre su objetivo. La corona de Pepepepe.

Confirmó por entre las rendijas de la tapa del conducto la situación. Ésta vez había mas de 2 guardias, unos 6. Pero todos le estaban dando la espalda.  Claro si la "única entrada" estaba en el lado opuesto de la sala. Se arrastró un poco mas hasta el final del camino donde el ducto caía verticalmente hasta el piso de abajo y soltó la soga que ya había preparado y mantenía la tapa de la boca del conducto del fondo para atársela al tobillo. El largo de su cuerpo y el largo del conducto alcanzaba justo para lo que necesitaba hacer. Dejó los escombros al borde el ducto y volvió a la entrada de la corona.
Destapó la botella de agua, destrabó ágil y silenciosamente la tapa de ventilación y esperó paciente a que dieran las 12. Faltaba poco mas de un minuto.

Apenas vio las 12.00 en su reloj pateó la bolsa de escombros para que cayera y apenas escuchó el estruendo de su caída tiró con su pie para cerrar la tapa,del conducto. Luego aprovechó la distracción para asomarse fuera del ducto, mover la vitrina a un lado y hacerse con la corona. Detuvo el vidrio de seguir su camino al suelo sujetándolo con un poco de agua y apenas volvió a cerrar el conducto de ventilación lo dejó seguir su camino para que se rompa con un estallido.
Antes de emprender su retirada se aseguro de desatar la soga de su pierna y volver a atarla al borde del  conducto sin dejar que la entrada de abajo cerrada volviera a abrirse y asi mantener ocultas sus acciones.

No tuvo problemas en su huida. Volvió a ático sin interferencia y de ahí salió al techo. Agarró el bolso que había dejado allí y luego de fijarse que no había nadie en su ruta de escape /el callejón tras el museo/ bajó sujetándose de tuberías de lluvia, cornisas e imperfecciones de la pared hasta llegar al suelo dónde desapareció bajo una tapa de alcantarilla.

Suspiró y apagó la radio luego de unos minutos de frustradas protestas e inútiles pesquisas. El escurridizo ladrón se había salido con la suya, de nuevo. Descansó la frente sobre sus manos entrelazadas, sus codos clavados en la mesa para sostenerla. Otra vez; esperaba que al menos los exámenes forenses posteriores les dieran al menos una pista. Esto estaba en manos de la policía científica ahora.

Se levantó, tomó su saco, y salió de la estación entregándole las llaves al encargado del turno nocturno. Se puso los guantes mientras bajaba las escaleras y se dirigió de regreso a casa, donde su familia cánida lo recibió con su habitual entusiasmo.

Se metió a la cama y se quedó mirando el cielorraso, las manos descansando sobre su abdomen. No podía dormirse del todo, todavía tenía cierta adrenalina alimentando su cerebro. Suspiró; ¿Su soulmate estaría durmiendo?

<¿Cómo has estado?>

Caminaba por las alcantarillas a medio camino de su casa mientras observaba y jugaba con su nueva adquisición.
La corona le quedaba grande pero si la acomodaba de cierta forma y la mantenía en equilibrio no se le caía.

De repente en el silencio que sólo era interrumpido por el eco del agua al correr escuchó una voz hablándole y se sobresaltó. La corona cayó con todo su peso (que no era poco) sobre el puente de su nariz y por un instante pensó que se la había roto.
Por mas que en un principio la voz lo sorprendió, su preocupación de si lo habían descubierto duró poco al reconocer su procedencia. Lo que duró mucho más fueron sus maldiciones en susurros y el dolor de su nariz.

<Nunca. NUNCA vas a ser oportuno ¿No?> Se quejó mientras se frotaba la zona dañada y guardaba la joya dentro del bolso.

Se rió por lo bajo y colocó ambos brazos bajo su cabeza, negando al aire en el proceso.

<Evidentemente no. Pero empiezo a creer que la tienes en mi contra de por si.> lo dijo en un claro tono bromista y estiró los pies un momento, tratando de hacerse con un lugar bajo el peso de Heim.

<Bien. Te dejo en lo tuyo. Buenas noches.>

... ¿Lo molestaba sólo para eso? Tahiel lanzó un bufido, seguido de un estornudo, negándose a terminar la conversación allí y dejarlo dormir en paz. Además necesitaba matar el rato mientras caminaba a casa, aún tenía unos cuantos minutos.

<No bastaba el hecho de que tenga un soulmate, también tenia que ser hombre y por si fuera poco se hace presente en los momentos menos oportunos de las formas mas inconvenientes. Ah! Y es un desconsiderado. Puede que sí tenga algo en tu contra después de todo.> Se desquitó y después de dar unos pasos agregó. <Y no te creas que me olvidé de mi venganza. ... > Mientras mas le hablaba no hacia mas que empeorar su humor. "Y NO SOY ADORABLE!" Recordó de nuevo la última conversación que tuvo con él. Aún no sabía de dónde había sacado eso.

<Un desconsiderado? Eso es nuevo.> se rió por lo bajo otro poco. <Y por supuesto, esa venganza sigue en pie, no lo he olvidado.> agregó, concentrándose en las partículas de polvo que llegaba a ver en la penumbra. Por culpa de su trabajo, jamás pudo volver a dormir en absoluta oscuridad.

<No creas que estoy precisamente feliz con nuestras circunstancias tampoco. Pero podría ser peor... De alguna manera. No creo que haga daño hablarnos de tanto en tanto.> hizo una pausa <Aunque juro que lo inoportuno no es adrede. Eso es mala suerte.>

Tahiel volvió a bufar. ¿Le llegarían sus bufidos a su soulmate?

Guardó silencio durante un buen rato. Si, si le hubiera tocado una mina histérica de soulmate hubiera sido terrible y lo inoportuno... No tenía forma de hacerlo a propósito.

<... ¿Y tu hombro?> Se dignó a preguntar después de varios minutos en silencio cediendo a su curiosidad, no es que le preocupara. Nunca se había enterado de qué le había pasado al otro ni si se había curado. Aunque probablemente ya lo había hecho considerando el tiempo que había pasado.

"¿Mi hombro?" Pensó un momento y recordó la herida de hace poco más de un mes, debido al roce de la bala en el caso del marido homicida. Se contuvo de sonreírse ante la pregunta; era extraño que alguien se preocupase. Si es que estaba preocupado.

<Mejor. Hace unas semanas que es una cicatriz más del montón.> replicó con sencillez y bostezó, estirando los brazos perpendicular a sí mismo, uno descansando sobre Ruth y el otro sobre Klaus. <Los moretones tardaron más en disolverse. El último se fue hace sólo unos días. A ti no se te hicieron, verdad? En las costillas.> Lo de él era más preocupación más que curiosidad, pero había de ambas cosas detrás de su pregunta.

Como suponía. No sabía para qué había preguntado. <No. Absolutamente nada.> Le respondió y volvió a guardar silencio sin saber de qué hablarle... Aunque ya estaba por llegar.

<Y si pregunto de nuevo qué carajos hacías me vas a volver a responder "Gajes del oficio"?> Intentó saciar su curiosidad una vez mas a falta de otra cosa que decir.

De alguna forma su respuesta le produjo alivio; la idea de compartir dolores no le daba mucha gracia de por si, sobre todo por el otro. Todavía no se atrevía a llamarlo por su nombre, ni siquiera en su mente. Ya tenía bastante con saber que lo tendría grabado de por vida en su espalda. Hizo una pausa.

<Es que es lo que es. Recibí un disparo.> fue lo máximo que quiso elaborar por ahora, pues todavía dudaba si realmente quería conocerlo más a fondo. Mantener conversaciones superficiales le parecía un método más pasivo, y lento, donde dejaba la posibilidad abierta de no avanzar nunca más que eso.

<Lamento haberte incordiado aquella noche. Y no lo digo con intensión de que cesen tus planes de venganza.> se rió pensando en ello y es posible que el otro lo escuchara. O no. Desconocía los límites de esta comunicación.