Escorpiones y Arena 2.0
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Escorpiones y Arena 2.0
Se mantuvo impertérrita, con la espalda erguida, sentada al borde de una de los pequeños jardines dentro del palacio. Los murmullos eran audibles, aún cuando no había demasiados sirvientes a su alrededor, pero no podía distinguir las palabras por sobre el permanente siseo de las serpientes que rodeaban su cabeza. Desvió la vista un momento hacia uno de ellos, en una esquina de la habitación, y éste se volvió sobre sus talones, huyendo de allí. Sabía que la gente le temía normalmente, pero ahora con su cabello como estaba era mucho peor. Y no era para menos, sus largas hebras negras se habían convertido en al menos dos decenas de serpientes de cascabel, de brillantes escamas color carbón y penetrantes ojos dorados. Para su fortuna, eran más bien taimadas y se mantuvieron impasibles; no habían intentado morderla o estrangularla desde que habían aparecido hacía unas horas. La joven suspiró, cerrando los ojos, manteniendo las manos fuertemente apretadas sobre su regazo.
Podía imaginar porqué la habían convocado; también podía apostar que no era a la única a la que había llegado el papiro al mediodía. El intercambio que había tenido lugar entre el sacerdote de Seth y ella no habría pasado desapercibido para sus superiores y, por supuesto, tampoco iban a dejárselos pasar. Se maldijo por haber perdido la compostura tan fácilmente; ella no era así normalmente. Pero cuando se trataba de ese sujeto... Apretó los dientes con furia, concentrándose en respirar. Una voz interrumpió su tren de pensamiento.
-Nekhbet- abrió los ojos al reconocer la voz grave y tranquila del regente, dirigiéndole la mirada. Se puso de pie en un movimiento fluido, quedando junto a él, y bajó la cabeza en la acostumbrada reverencia. Las serpientes no parecieron muy felices con el movimiento y se removieron un poco, causando que el sacerdote se hiciera medio paso hacia atrás. -¿Él no vino?-
Respondió mientras intentaba apaciguar a los reptiles -No he visto al sacerdote Sekani- A pesar de la historia que pudieran tener entre ellos, ella era la menos de las sacerdotisas de la ciudad, y debía referirse a cada quien con su título, por mucho desprecio que le guardara. El regente, un hombre en sus tempranos treinta, suspiró y acomodó un mechón de cabello detrás de oreja, en un gesto de incordio y frustración que todos los demás sacerdotes conocían bien. -Debe estar por llegar- Agregó la joven sin pensar, de forma algo brusca. ¿Qué hacía tratando de cubrir a ese calvo desagradable? Se sintió ridícula y molesta consigo misma, jugando con una de las pesadas pulseras de oro en su muñeca izquierda por debajo de las mangas color uva. Sintió la mirada curiosa del regente sobre sí y deseó nunca haber abierto la boca, que comenzara lo que iba a ser un muy largo sermón y poder regresar a su templo, donde todavía tenía cosas por hacer.
Podía imaginar porqué la habían convocado; también podía apostar que no era a la única a la que había llegado el papiro al mediodía. El intercambio que había tenido lugar entre el sacerdote de Seth y ella no habría pasado desapercibido para sus superiores y, por supuesto, tampoco iban a dejárselos pasar. Se maldijo por haber perdido la compostura tan fácilmente; ella no era así normalmente. Pero cuando se trataba de ese sujeto... Apretó los dientes con furia, concentrándose en respirar. Una voz interrumpió su tren de pensamiento.
-Nekhbet- abrió los ojos al reconocer la voz grave y tranquila del regente, dirigiéndole la mirada. Se puso de pie en un movimiento fluido, quedando junto a él, y bajó la cabeza en la acostumbrada reverencia. Las serpientes no parecieron muy felices con el movimiento y se removieron un poco, causando que el sacerdote se hiciera medio paso hacia atrás. -¿Él no vino?-
Respondió mientras intentaba apaciguar a los reptiles -No he visto al sacerdote Sekani- A pesar de la historia que pudieran tener entre ellos, ella era la menos de las sacerdotisas de la ciudad, y debía referirse a cada quien con su título, por mucho desprecio que le guardara. El regente, un hombre en sus tempranos treinta, suspiró y acomodó un mechón de cabello detrás de oreja, en un gesto de incordio y frustración que todos los demás sacerdotes conocían bien. -Debe estar por llegar- Agregó la joven sin pensar, de forma algo brusca. ¿Qué hacía tratando de cubrir a ese calvo desagradable? Se sintió ridícula y molesta consigo misma, jugando con una de las pesadas pulseras de oro en su muñeca izquierda por debajo de las mangas color uva. Sintió la mirada curiosa del regente sobre sí y deseó nunca haber abierto la boca, que comenzara lo que iba a ser un muy largo sermón y poder regresar a su templo, donde todavía tenía cosas por hacer.
Miwo94- Admin
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Fecha de inscripción : 01/04/2016
Re: Escorpiones y Arena 2.0
Si alguien le preguntaba, no era capaz de responder con total certeza, ni luego de un buen tiempo rememorando, cómo era que había comenzado aquél intercambio con la relativamente reciente sacerdotisa de Anubis? Lo que sí podía afirmar era que era uno de los eventos que esperaba con anticipación cada día. Un nuevo hobby del que no pensaba sería capaz de cansarse nunca.
Por ejemplo, el último mes lo había pasado encerrado en el templo trabajando en sus ya monótonas investigaciones. No es que hubiera perdido el interés por su trabajo pero el entusiasmo ya no era el mismo de antaño luego de años en la profesión. Pero ello cambió cuando en un accidente fortuito se topó con un viejo y gastado pero prometedor pergamino. A decir verdad, su contenido no era muy útil, pero los principios tras el encantamiento no dejaban de ser interesantes. Pasó semanas interpretando y reconstruyendo las partes gastadas hasta que al fin pudo reconstruirlo por completo y compartir los resultados de su esfuerzo con la joven sacerdotisa.
Eso fue la noche anterior. Esta misma mañana al despertar, recibió el feedback de su parte. Haaaa el rostro de los otros funcionarios del templo al verlo salir de sus aposentos seguía siendo igual de hilarante como de costumbre, lástima la picazón, pero si ése era el precio que debía pagar por el entretenimiento de sus días, era un precio que pagaba gustoso.
Fue al mediodía mientras trabajaba en la cura de su repentina dolencia que le llegó la invitación en papiro, al parecer se había corrido la voz de la nueva disputa, la recibió con una sonrisa y luego de unos preparativos se encaminó hacia el destino.
Vestía su elegante y adornada túnica que llegaba hasta sus pies, cubriéndolos y así creando el efecto gracias a su porte recto y andar sereno de un avance casi espectral, como si flotara, en vez de pasos humanos. Su rostro siempre alto y vista fija al frente, sus brazos cruzados por delante y ocultos bajo los pliegues del vestuario.
El sacerdote de Seth entró al palacio con andar firme y seguro ignorando a los guardias que, pese a reconocerlo y cederle el paso de forma respetuosa, no podían ocultar la sorpresa y desaprobación en sus rostros. Comentarios de “Otra vez no…” podían escucharse tras de sí.
Llegó a uno de los jardines y reconoció al emisor de la invitación junto al esperado segundo destinatario. Notó que ellos también le vieron y amplió su siempre presente sonrisa a modo de saludo mientras se dirigía a ellos con su habitual paso constante, acercándose sin apuro alguno.
- Estimado regente. Nekhbet. - Saludó dedicando una leve inclinación de cabeza a ambos. Sonrió con especial deleite al dirigirse a la sacerdotisa. Nada se comparaba al ver los frutos de su esfuerzo con sus propios ojos, por no decir que su apariencia del momento era hilarante. Aunque por su propio lado en su propio rostro, cabeza y cuello, siendo éstas las únicas partes visibles de su cuerpo, su piel podía verse enrojecida, cubierta de erupciones y sarpullidos. No había área por más mínima que fuera que no esté afectada. Prueba de que no solo la zona por sobre su cuello había sido afectada sino la totalidad de su cuerpo eran los constantes movimientos que si uno prestaba atención podía percibir ocurrían bajo la túnica, del sacerdote intentando aliviar la picazón de forma disimulada.
Por ejemplo, el último mes lo había pasado encerrado en el templo trabajando en sus ya monótonas investigaciones. No es que hubiera perdido el interés por su trabajo pero el entusiasmo ya no era el mismo de antaño luego de años en la profesión. Pero ello cambió cuando en un accidente fortuito se topó con un viejo y gastado pero prometedor pergamino. A decir verdad, su contenido no era muy útil, pero los principios tras el encantamiento no dejaban de ser interesantes. Pasó semanas interpretando y reconstruyendo las partes gastadas hasta que al fin pudo reconstruirlo por completo y compartir los resultados de su esfuerzo con la joven sacerdotisa.
Eso fue la noche anterior. Esta misma mañana al despertar, recibió el feedback de su parte. Haaaa el rostro de los otros funcionarios del templo al verlo salir de sus aposentos seguía siendo igual de hilarante como de costumbre, lástima la picazón, pero si ése era el precio que debía pagar por el entretenimiento de sus días, era un precio que pagaba gustoso.
Fue al mediodía mientras trabajaba en la cura de su repentina dolencia que le llegó la invitación en papiro, al parecer se había corrido la voz de la nueva disputa, la recibió con una sonrisa y luego de unos preparativos se encaminó hacia el destino.
Vestía su elegante y adornada túnica que llegaba hasta sus pies, cubriéndolos y así creando el efecto gracias a su porte recto y andar sereno de un avance casi espectral, como si flotara, en vez de pasos humanos. Su rostro siempre alto y vista fija al frente, sus brazos cruzados por delante y ocultos bajo los pliegues del vestuario.
El sacerdote de Seth entró al palacio con andar firme y seguro ignorando a los guardias que, pese a reconocerlo y cederle el paso de forma respetuosa, no podían ocultar la sorpresa y desaprobación en sus rostros. Comentarios de “Otra vez no…” podían escucharse tras de sí.
Llegó a uno de los jardines y reconoció al emisor de la invitación junto al esperado segundo destinatario. Notó que ellos también le vieron y amplió su siempre presente sonrisa a modo de saludo mientras se dirigía a ellos con su habitual paso constante, acercándose sin apuro alguno.
- Estimado regente. Nekhbet. - Saludó dedicando una leve inclinación de cabeza a ambos. Sonrió con especial deleite al dirigirse a la sacerdotisa. Nada se comparaba al ver los frutos de su esfuerzo con sus propios ojos, por no decir que su apariencia del momento era hilarante. Aunque por su propio lado en su propio rostro, cabeza y cuello, siendo éstas las únicas partes visibles de su cuerpo, su piel podía verse enrojecida, cubierta de erupciones y sarpullidos. No había área por más mínima que fuera que no esté afectada. Prueba de que no solo la zona por sobre su cuello había sido afectada sino la totalidad de su cuerpo eran los constantes movimientos que si uno prestaba atención podía percibir ocurrían bajo la túnica, del sacerdote intentando aliviar la picazón de forma disimulada.
Ches- Admin
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Re: Escorpiones y Arena 2.0
Hubiera reconocido esa sensación en cualquier lado, para bien o para mal. Ni bien el sacerdote puso un pie en el salón, su presencia le hizo tensar. No había conocido a nadie con semejante aura en su corta vida y dudaba que ello fuera a cambiar. El pequeño brillo de desagrado en los ojos del regente le hizo confirmar sus sospechas y en instantes el venerador de Seth estaba junto a ella. Le dedicó una rápida mirada, evitando que sus ojos se cruzaran, y un dejo de satisfacción se instaló en ella al verlo removerse, casi imperceptiblemente.
Devolvió el saludo con un leve movimiento de cabeza que causó que las serpientes sisearan. El regente, ahora ansioso con terminar esta reunión incordiosa, comenzó con su largo sermón. La ironía le dejó un sabor amargo y luego de unos minutos, aún cuando era una falta de respeto, la voz de su superior se convirtió en un molesto ruido de fondo.
Dio su primer paso en el templo al atardecer, más cansada de lo que estaba dispuesta a reconocer. En el camino al interior, se cruzó con los últimos sacerdotes y sacerdotisas que se dirigían de regreso al pueblo, las máscaras aún puestas. Los despidió, uno a uno, con una leve sonrisa que ellos respondían con un asentir de cabeza. Para cuando alcanzó la entrada todos se habían ido ya y se tomó un momento para observar sus siluetas alejarse por el camino de tierra. Con la noche llegaba ese pesado y solitario silencio al que todavía no se había podido acostumbrar.
Se hizo camino a sus aposentos con una llama violácea que convocó a su mano izquierda. Contrario a las apariencias, era apenas tibia y brindaba una sensación agradable al ambiente a su alrededor. Los reptiles en su cabeza protestaron al entrar a la habitación más propiamente iluminada aunque su murmullo no duró demasiado. Deshacer la maldición no le tomó demasiado tiempo; casi había descubierto el antídoto cuando la lechuza del regente se había colado por su ventana. Suspiró aliviada cuando su cabello renegrido cayó lánguido nuevamente hasta sus caderas y observó su escritorio: el trabajo se había acumulado.
Diligente, se deshizo de sus ornamentos y accesorios y se cambió a una vestimenta más cómoda antes de instalarse en su asiento otra vez, tomando un papiro a la vez para ponerse al día. Su cuervo despertó y graznó por comida. Y mientras lo alimentaba, tuvo una idea, una muy mala idea. Con una sonrisa que no sabía se había apoderado de su rostro, preparó a su compañero para que hiciera la entrega de unos simpáticos escorpiones a su colega sacerdote. Hubiera deseado poder ver su cara cuando los escupiera donde sea que se encontrara el calvo en ese momento.
Devolvió el saludo con un leve movimiento de cabeza que causó que las serpientes sisearan. El regente, ahora ansioso con terminar esta reunión incordiosa, comenzó con su largo sermón. La ironía le dejó un sabor amargo y luego de unos minutos, aún cuando era una falta de respeto, la voz de su superior se convirtió en un molesto ruido de fondo.
Dio su primer paso en el templo al atardecer, más cansada de lo que estaba dispuesta a reconocer. En el camino al interior, se cruzó con los últimos sacerdotes y sacerdotisas que se dirigían de regreso al pueblo, las máscaras aún puestas. Los despidió, uno a uno, con una leve sonrisa que ellos respondían con un asentir de cabeza. Para cuando alcanzó la entrada todos se habían ido ya y se tomó un momento para observar sus siluetas alejarse por el camino de tierra. Con la noche llegaba ese pesado y solitario silencio al que todavía no se había podido acostumbrar.
Se hizo camino a sus aposentos con una llama violácea que convocó a su mano izquierda. Contrario a las apariencias, era apenas tibia y brindaba una sensación agradable al ambiente a su alrededor. Los reptiles en su cabeza protestaron al entrar a la habitación más propiamente iluminada aunque su murmullo no duró demasiado. Deshacer la maldición no le tomó demasiado tiempo; casi había descubierto el antídoto cuando la lechuza del regente se había colado por su ventana. Suspiró aliviada cuando su cabello renegrido cayó lánguido nuevamente hasta sus caderas y observó su escritorio: el trabajo se había acumulado.
Diligente, se deshizo de sus ornamentos y accesorios y se cambió a una vestimenta más cómoda antes de instalarse en su asiento otra vez, tomando un papiro a la vez para ponerse al día. Su cuervo despertó y graznó por comida. Y mientras lo alimentaba, tuvo una idea, una muy mala idea. Con una sonrisa que no sabía se había apoderado de su rostro, preparó a su compañero para que hiciera la entrega de unos simpáticos escorpiones a su colega sacerdote. Hubiera deseado poder ver su cara cuando los escupiera donde sea que se encontrara el calvo en ese momento.
Miwo94- Admin
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Re: Escorpiones y Arena 2.0
Pese al esfuerzo del regente por hacerse escuchar, Sekani sólo disimulaba que lo hacía mientras que su entera atención se encontraba dirigida hacia los suaves siseos y pequeños destellos de las pequeñas escamas al reflejar el sol. Quién diría que el fruto de su investigación sería tan simpático? Casi y consideraba dejarse crecer el pelo para tener él mismo la compañía siseante.
El trámite de rutina acabó y el regente les dejó ir con una advertencia vacía y la falsa esperanza de que esta vez sus palabras fueran escuchadas.
Sekani regresó al templo de Seth y luego de dar sus instrucciones respecto a un asunto del que le informaron unos de sus esclavos que le esperaban en la entrada, volvió a desaparecer en sus aposentos.
Malabareaba con varios frascos, recipientes e ingredientes repulsivos cuando un graznido agudo y chirriante atravesó dolorosamente sus tímpanos.
Dejó todo lo que sostenía sobre un escritorio repleto de pergaminos y se dió vuelta sonriente a saludar al dueño de tan melodioso sonido.
- Kuerk, puntual como siempre ¿Qué me traes hoy? - Le preguntó al cuervo posado en su ventana, que tomó el saludo como permiso para aletear dentro de la habitación dando más graznidos. Se posó sobre la misma mesa repleta de valiosos pergaminos sobre los que regurgitó el regalo que se le había encomendado enviar.
La sonrisa del sacerdote no sufrió cambio alguno ni mientras veía la escena ni mientras el cuervo comenzaba a picotear los frascos y pergaminos, tirando algunos al suelo haciéndolos añicos y desgarrando otros.
Sekani se dio vuelta mientras el ave se anidaba entre las cosas de la mesa, tomó un frasco vació de una de las estanterias que cubrian las paredes y en el guardó los restos de escorpión que tan amable ave le había traído dejando fuera 7 patas retorcidas. Cerró el frasco e iba a guardarlo en otro estante cuando se detuvo, sacó dos patas más y ahora sí lo dejó sobre el estante, junto a otros recipientes de contenido dudoso.
Volvió a la mesa con un segundo frasco y un mortero. Tomó un gusano vivo del frasco con el que distrajo al ave mientras tomaba un papiro retorcido y rasgado de debajo de el, lo estiró intentando no romperlo más de lo que estaba y siguió pensstivo los jeroglíficos con su dedo antes de comenzar a separar frascos e ingredientes y arrojar pizcas de insectos, animales, plantas y otros ingredientes de procedencia dudosa en el mortero por último agregó las 9 patas de escorpión y la pluma negra de cuervo que fue acompañada de un graznido y un picotazo dirigido a su mano.
Cánticos tenebrosos y graznidos estridentes podían escucharse provenientes de los aposentos del sacerdote de Seth, con luces siniestras y verdosas heciendose ver por entre las rendijas de las puertas y ventanas.
Al poco rato, un pequeño frasco de barro decorado con serpientes, lleno un polvo oscuro y sellado con un tapón de madera fue atado al cuervo que tras engullir un puñado de gusanos atravezó graznando la ventana por la que había entrado.
Hecha la contramedida para liberar el siseante cabello de la sacerdotiza de Anubis, Sekani continuó sus deberes sacerdotales? hasta el anochecer cuando hizo traer a sus aposentos barriles de barro y arena que hizo mesclar con sangre y sal.
Esa noche durmió enterrado en tierra, pero al día siguiente el sarpullido había desaparecidi y luego de un buen baño su piel se encontraba blanca impecable, tersa y aterciopelada.
El trámite de rutina acabó y el regente les dejó ir con una advertencia vacía y la falsa esperanza de que esta vez sus palabras fueran escuchadas.
Sekani regresó al templo de Seth y luego de dar sus instrucciones respecto a un asunto del que le informaron unos de sus esclavos que le esperaban en la entrada, volvió a desaparecer en sus aposentos.
Malabareaba con varios frascos, recipientes e ingredientes repulsivos cuando un graznido agudo y chirriante atravesó dolorosamente sus tímpanos.
Dejó todo lo que sostenía sobre un escritorio repleto de pergaminos y se dió vuelta sonriente a saludar al dueño de tan melodioso sonido.
- Kuerk, puntual como siempre ¿Qué me traes hoy? - Le preguntó al cuervo posado en su ventana, que tomó el saludo como permiso para aletear dentro de la habitación dando más graznidos. Se posó sobre la misma mesa repleta de valiosos pergaminos sobre los que regurgitó el regalo que se le había encomendado enviar.
La sonrisa del sacerdote no sufrió cambio alguno ni mientras veía la escena ni mientras el cuervo comenzaba a picotear los frascos y pergaminos, tirando algunos al suelo haciéndolos añicos y desgarrando otros.
Sekani se dio vuelta mientras el ave se anidaba entre las cosas de la mesa, tomó un frasco vació de una de las estanterias que cubrian las paredes y en el guardó los restos de escorpión que tan amable ave le había traído dejando fuera 7 patas retorcidas. Cerró el frasco e iba a guardarlo en otro estante cuando se detuvo, sacó dos patas más y ahora sí lo dejó sobre el estante, junto a otros recipientes de contenido dudoso.
Volvió a la mesa con un segundo frasco y un mortero. Tomó un gusano vivo del frasco con el que distrajo al ave mientras tomaba un papiro retorcido y rasgado de debajo de el, lo estiró intentando no romperlo más de lo que estaba y siguió pensstivo los jeroglíficos con su dedo antes de comenzar a separar frascos e ingredientes y arrojar pizcas de insectos, animales, plantas y otros ingredientes de procedencia dudosa en el mortero por último agregó las 9 patas de escorpión y la pluma negra de cuervo que fue acompañada de un graznido y un picotazo dirigido a su mano.
Cánticos tenebrosos y graznidos estridentes podían escucharse provenientes de los aposentos del sacerdote de Seth, con luces siniestras y verdosas heciendose ver por entre las rendijas de las puertas y ventanas.
Al poco rato, un pequeño frasco de barro decorado con serpientes, lleno un polvo oscuro y sellado con un tapón de madera fue atado al cuervo que tras engullir un puñado de gusanos atravezó graznando la ventana por la que había entrado.
Hecha la contramedida para liberar el siseante cabello de la sacerdotiza de Anubis, Sekani continuó sus deberes sacerdotales? hasta el anochecer cuando hizo traer a sus aposentos barriles de barro y arena que hizo mesclar con sangre y sal.
Esa noche durmió enterrado en tierra, pero al día siguiente el sarpullido había desaparecidi y luego de un buen baño su piel se encontraba blanca impecable, tersa y aterciopelada.
Ches- Admin
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Fecha de inscripción : 04/04/2016
Re: Escorpiones y Arena 2.0
Estaba terminando con los últimos pergaminos cuando escuchó el aletear de Kuerk. Resopló, colocando un mechón de cabello detrás su oreja por tercera vez, deseando por un momento que el mismo pudiera mantenerse en su sitio como por propia voluntad. El pensamiento le dio un escalofrío; estaba más cansada de lo que creía. Alejándose unos pasos del escritorio, se volvió a la ventana en cuyo marco el ave habia aterrizado.
No parecía estar herido y no percibía ningún cambio en su habitual energía, por lo que se acercó a él con una media sonrisa aunque la misma se perdió al notar el frasco atado a su pata. Tenía un particular pero hermoso diseño de serpientes -había tenido demasiados encuentros con dichos reptiles hasta nuevo aviso, decidió- mas algo no le daba buena espina. Con un suspiro, liberó a su mascota de su carga y la ubicó sobre el escritorio, dispuesta a examinarlo más en detalle. No le tomó demasiado tiempo descartar cualquier curiosidad que tuviera sobre su contenido y se limitó a hacerlo rodar entre sus dedos, ligeramente inclinado; el repetitivo movimiento la acompañó mientras se perdía en sus pensamientos.
La noche era demasiado silenciosa para su gusto y había sido un alivio recibir los diferentes desafíos y mensajes durante los últimos días. Casi que estaba agradecida, aún cuando el retraso en su trabajo le molestara. Sus templos eran los únicos que se vaciaban por completo durante la noche, pues era considerado desafortunado rondar los territorios sagrados de Seth y Anubis una vez que el sol se ocultaba. Siempre le había molestado que la pusieran en la misma bolsa que el malicioso sacerdote, pues sus deidades eran bien diferentes, pero no era una sorpresa que así ocurriera: a la gente no le gusta pensar en la muerte.
Extrañaba las noches con su maestra. Aún cuando no estaban juntas y sólo tenía que limitarse a estudiar, sabía que estaba en el edificio con ella, al final del corredor. A veces podía oírla y siempre, siempre, podía sentirla. Ahora sólo tenía las travesuras y regalos de Sekani, quien era por sobre todo irritante. 'Todos tienen un amigo irritante, ¿verdad?', pensó, sólo para morderse la lengua de la sorpresa. Acababa de llamarlo su amigo. Y la noción le produjo horror, especialmente si recordaba que la soledad que tanto odiaba era su culpa. Después de todo, él la había matado. Estuvo a un segundo de lanzar el frasco al otro lado del cuarto.
Suspiró y apagó la vela que mantenía el escritorio iluminado, dispuesta a irse a dormir. Pero el silencio de la noche se irrumpió con el sonido de gritos lejanos y el fuego se extendió de antorcha en antorcha, dándole un tono rojizo al horizonte. Nehkbet se asomó por la ventana, casi la mitad de su cuerpo fuera, y observó con horror. ¿Qué estaba ocurriendo?
No parecía estar herido y no percibía ningún cambio en su habitual energía, por lo que se acercó a él con una media sonrisa aunque la misma se perdió al notar el frasco atado a su pata. Tenía un particular pero hermoso diseño de serpientes -había tenido demasiados encuentros con dichos reptiles hasta nuevo aviso, decidió- mas algo no le daba buena espina. Con un suspiro, liberó a su mascota de su carga y la ubicó sobre el escritorio, dispuesta a examinarlo más en detalle. No le tomó demasiado tiempo descartar cualquier curiosidad que tuviera sobre su contenido y se limitó a hacerlo rodar entre sus dedos, ligeramente inclinado; el repetitivo movimiento la acompañó mientras se perdía en sus pensamientos.
La noche era demasiado silenciosa para su gusto y había sido un alivio recibir los diferentes desafíos y mensajes durante los últimos días. Casi que estaba agradecida, aún cuando el retraso en su trabajo le molestara. Sus templos eran los únicos que se vaciaban por completo durante la noche, pues era considerado desafortunado rondar los territorios sagrados de Seth y Anubis una vez que el sol se ocultaba. Siempre le había molestado que la pusieran en la misma bolsa que el malicioso sacerdote, pues sus deidades eran bien diferentes, pero no era una sorpresa que así ocurriera: a la gente no le gusta pensar en la muerte.
Extrañaba las noches con su maestra. Aún cuando no estaban juntas y sólo tenía que limitarse a estudiar, sabía que estaba en el edificio con ella, al final del corredor. A veces podía oírla y siempre, siempre, podía sentirla. Ahora sólo tenía las travesuras y regalos de Sekani, quien era por sobre todo irritante. 'Todos tienen un amigo irritante, ¿verdad?', pensó, sólo para morderse la lengua de la sorpresa. Acababa de llamarlo su amigo. Y la noción le produjo horror, especialmente si recordaba que la soledad que tanto odiaba era su culpa. Después de todo, él la había matado. Estuvo a un segundo de lanzar el frasco al otro lado del cuarto.
Suspiró y apagó la vela que mantenía el escritorio iluminado, dispuesta a irse a dormir. Pero el silencio de la noche se irrumpió con el sonido de gritos lejanos y el fuego se extendió de antorcha en antorcha, dándole un tono rojizo al horizonte. Nehkbet se asomó por la ventana, casi la mitad de su cuerpo fuera, y observó con horror. ¿Qué estaba ocurriendo?
Miwo94- Admin
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Re: Escorpiones y Arena 2.0
No fue hasta la mañana del día siguiente, mientras desayunaba un racimo de uvas (? que se enteró de los estragos de la noche anterior cuando uno de los esclavos le reportó sobre el intento de asesinato del Faraón.
El caos reinó esa noche con incendios y muertos vivientes rondando las calles.
Sekani no mostró reacción alguna a las noticias. Solo asi tió y se llevó otra uva a los labios. - ¿Manu y Mensah regresaron del recado de ayer? - Preguntó y recibió una respuesta negativa.
El sacerdote de Seth soltó un suspiro y ordenó le trayeran sus togas sacerdotales(????. No esperaba volver al palacio tan pronto. Apenas lo había visitado ayer mas debía confirmar su sospecha acerca de la ubicación de sus sirvientes desaparecidos.
Con la sospecha de que iba a ser un día largo que le traería más de un dolor de cabeza, Sekani se resigno a salir del templo de Seth luego de dejarle las correspondientes ofrendas. Por suerte apenas cruzó las puertas estaba su escolta esperandolo.
- Sumo sacerdote, va a tener que seguirnos. - Varios soldados rodeaban la entrada al templo con sus lanzas en alto.
Sekani sonrió. - Por su puesto. -
(-Eh pelao botón vení pa acá. - por su pollo)
El caos reinó esa noche con incendios y muertos vivientes rondando las calles.
Sekani no mostró reacción alguna a las noticias. Solo asi tió y se llevó otra uva a los labios. - ¿Manu y Mensah regresaron del recado de ayer? - Preguntó y recibió una respuesta negativa.
El sacerdote de Seth soltó un suspiro y ordenó le trayeran sus togas sacerdotales(????. No esperaba volver al palacio tan pronto. Apenas lo había visitado ayer mas debía confirmar su sospecha acerca de la ubicación de sus sirvientes desaparecidos.
Con la sospecha de que iba a ser un día largo que le traería más de un dolor de cabeza, Sekani se resigno a salir del templo de Seth luego de dejarle las correspondientes ofrendas. Por suerte apenas cruzó las puertas estaba su escolta esperandolo.
- Sumo sacerdote, va a tener que seguirnos. - Varios soldados rodeaban la entrada al templo con sus lanzas en alto.
Sekani sonrió. - Por su puesto. -
(-Eh pelao botón vení pa acá. - por su pollo)
Ches- Admin
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Dom Jul 26, 2020 7:26 am por Miwo94
» Rincón de drabbles de Miwo
Miér Mayo 27, 2020 8:14 am por Miwo94
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» Escorpiones y Arena 2.0
Mar Mar 05, 2019 1:43 am por Ches
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Lun Oct 15, 2018 12:27 am por Ches
» Beach boy, hell no!
Dom Dic 31, 2017 5:53 pm por Miwo94
» Miss Watson and the Detective~
Dom Dic 31, 2017 5:42 pm por Miwo94
» Nombres de personajes y otros datos.
Mar Feb 21, 2017 10:21 pm por Miwo94
» Chinese Zodiac
Lun Ene 02, 2017 2:17 am por Ches