I'm a sexy @ #2

Cuando el sol estuvo en lo alto y la sombra del barranco ya no cubría la bola de pelos dorada Frey se estiró y desperezó soltando un sonoro bostezo que dejó al descubierto un par de grandes y filosos colmillos. La lengua rosada humedeció su hocico antes de que volviera a cerrar su boca y se sacudiera incorporándose.

No tuvo que caminar mucho hasta llegar a dónde el resto de la manada estaba reunida.
- Frey, vas a dar una vuelta por el bosque? - Una loba de pelaje amarillo algo grisáceo lo detuvo, un par de cachorros daban vueltas entre sus patas dificultándole el caminar sin tropezarse con ellos y se colgaban de ella y le mordisqueaban las patas entre juegos y risas. "Por favor, llevátelos!" Era el claro mensaje que se veía en sus ojos cansados y faltos de sueño.

El joven lobo intentó ignorar el mensaje pero le fue imposible cuando los dos cachorros dejaron a su madre para correr hacia él y comenzar a jugar entre sus patas. - Ritch, Denno, ¿Quieren ir a cazar unos conejos? - Les preguntó resignado y recibió un - Siiii!!!! - Entusiasta de parte del primero, que tenía el pelaje amarillo con manchones negros, pero una queja del segundo. - ¿Conejos? Quiero cazar algo mas grande! - Protestó Denno, su pelaje al contrario que el de su hermano de color negro con manchones amarillos.
Frey rió. - No deberías ir por algo mas grande cuando aún sos mas chico que un conejo. - Se burló empujándolo y haciéndolo caer al suelo con una de sus patas.

Thea suspiró conociendo a sus hijos y sabiendo que si no los interrumpía comenzaría una avalancha de quejas y reproches por parte de los pequeños, impulsados por las burlas interminables del mayor. Se interpuso entre ambos ayudando a pararse al pequeño y comenzó a hablar.

- Que no se acerquen a nada que no sea los conejos. No les quites los ojos de encima. Si ves alguna amenaza los quiero de vuelta, si sospechas hay alguna amenaza se vienen de vuelta. Fijate que no... - El aviso interminable de la madre se detuvo cuando un lobo negro, grande y lleno de cicatrices se acercó.
- Está Bien Thea, ya están grandes y deberían ir apuntando a algo más que conejos. - Le dijo despreocupado y luego miró al joven de pelaje dorado. - Ya era hora de que te levantaras. - Le comentó no muy complacido.
- Papi!! - Los dos cachorros comenzaron su carrera hacia el lobo negro pero un suave gruñido de éste fue suficiente para detenerlos.
- Eeeeentonces me voy llendo. Richi! Didi! Vamos. - Frey simuló no haber escuchado el comentario mirando hacia atrás, luego hacia abajo y jugando con la tierra bajo sus zarpas antes de llamar a los cachorros y despedirse.

Apenas había cruzado los primeros árboles que separaban el claro del barranco donde vivía la manada cuando un grupo de tres lobos se le acercó al trote.
- Freeeeeeeeeey~~~~ - Rose, una loba de pelaje gris casi blanco lo llamó y luego Jack, el lobo gris que no sabe cuando callarse comenzó a hablar. - Vas al bosque? Ma' te encargó a los niños? Te acompañamos! Estábamos por salir de caza de todos modos así que te acompañamos. Aunque si nos cruzamos algo mas interesante que unos conejos, ahí nos separamos .... - Jack se detuvo un momento cuando una divisó a una loba de pelaje rojizo pasando no muy lejos. - Sophie también viene! No, Soph? - Le preguntó a los gritos a la joven loba que no se molesto en responderle ni dirigirle la mirada antes de girar su cabeza hacia el lado opuesto y comenzar a alejarse. La cola de Jack, siempre en movimiento, se detuvo un instante y comenzó a bajar junto a sus orejas hasta que el lobo volvió a abrir su boca.- Bieeeeeeeeeen. Sophie no viene pero Rose y Phill si, no chicos? -
Rose que estaba ocupada recostada con el pequeño Ritch entre sus fauces y Denno bajo sus zarpas se limitó a asentir y Phill pusó una condición - Solo si te callas... - Que fue rápidamente desestimada. - Jajaja que gracioso~ - Jack se tiró contra su hermano y comenzó a mordisquearle la oreja mientras éste lo miraba entre cansado y con ganas de asesinarlo.

Frey se interpuso antes de la mirada asesina de su joven hermano se convirtiera en homicidio/canicidio? - Jack, sabes que a Phill no le gusta que hagas eso. -

El lobo de pelaje dorado comenzó la marcha seguido por Jack que trotaba a los saltos al rededor del grupo; Phill, de pelaje gris algo mas oscuro que el de Jack, lo seguía de cerca y a una distancia mas atrás los seguía Rose a tropezones mientras jugaba con los pequeños Ritch y Denno.

Su estadía en los bosques del valle Collinfirth había resultado inesperadamente bien. Reflexionó sobre ello con las manos sumergidas en las aguas cristalinas del río, intentando limpiar a fondo el interior del cervatillo que había cazado ni bien despuntaron los primeros rayos. Ni el alimento y el agua estaban en falta y el lugar era lo suficientemente grande, o al menos complejo, para proveerla de un sin fin de escondites. Arrastró el cuerpo fuera de las aguas, dejándolo de momento sobre las rocas a su lado mientras intentaba deshacerse de los últimos vestigios de sangre y vísceras de sus antebrazos. La brisa sacudió un poco los arbustos detrás suyo y la joven inspiró profundamente, todavía acuclillada en la orilla. Más allá de todos los beneficios, era un lugar hermoso. De poder elegir dónde vivir, probablemente se quedaría allí hasta sus últimos días...

Pero no tenía ese poder de elegir; ya no. Suspiró con algo de tristeza, sacándose las manos en los pantalones sucios y maltrechos. De momento, se conformaría con el refugio con que se había hecho hacía casi dos semanas en el inmenso bosque de eucaliptos y araucarias. El clima frío nunca había sido lo suyo, de todas formas, así que se vería obligada a partir en unos días, cuando el solsticio de invierno trajera consigo las primeras nevadas. Casi como para afirmar sus pensamientos, el viento sopló con algo más de intensidad, haciéndola estremecer con su gélida caricia. Movió su almuerzo hacia la tierra, jalándolo de una pata, y lo dejó finalmente sobre el cuero que ya le había quitado momentos atrás. Encender el fuego no le tomó demasiado tiempo y puso la carne a cocinar, aún cuando faltaban varias horas antes de comer. Necesitaba comer, almacenar el resto en su morral (o en lo que quedaba de él, manchado y remendado a lo bruto como estaba) y empezar a emprender su camino a su próxima parada, por mucho que le apenase dejar atrás un lugar con tan buena comida como este.

Pero su relajada mañana se vio interrumpida con el eco de pasos, de muchos pares de ellos. Aguzó los oídos, aunque no fueran un tercio de lo útiles que pudieran ser cuando en su otra forma, y olisqueó el aire más allá del embriagador aroma de la carne y del asfixiante humo. Palideció. Era evidente que sus planes no contaban con el apoyo de los dioses antiguos o los espíritus. Maldijo y pateó una pequeña montaña de tierra que dejaba junto al fuego para estos casos. La llama se extinguió casi de inmediato, aunque el humo persistió unos momentos. Chasqueó la lengua cuando observó el cervatillo por el rabillo del ojo, sabiendo que tendría que dejarlo.

Se incorporó prácticamente de un salto, el sonido de sus borseguíes grave y casi sordo contra la tierra. Manoteó el bolso en un gesto fugaz y se aventuró unos metros por la orilla, trepándose con facilidad a una de los pintos más altos. Era frondoso y serviría para esconderse de momento, sobre todo si se frotaba contra las fragantes espigas que eran sus hojas. Debería ser suficiente para esconder el hedor desagradable y nauseabundo en que se había convertido su olor personal luego de que cortara todos los lazos. Esa pestilencia que caracterizada a los desvinculados, a los perdidos. Ninguna manada se tomaría a bien saber que una vagabunda, una merodeadora, estaba viviendo en su territorio. La cazarían y le darían muerte como a un perro.

Observó, atenta y en guardia, procurando que la sombra y el verdor escondieran sus facciones. Entrecerró los ojos negros, a penas escondidos bajo su desprolijo flequillo color paja, y esperó. Si eran pocos, o cachorros, quizás siguieran de largo. Con suerte, podría recuperar sus provisiones de comida. De lo contrario, tenía que estarse lista para emprender una huída relámpago; de alguna forma.

Estaban a medio camino de llegar al territorio de los conejos cuando Phill se detuvo olfateando el aire y paró al resto.

- Huele a ... carne asada. - Murmuró y Jack se puso a olfatear el aire al instante antes de salir corriendo persiguiendo el aroma, pero poco le duró la carrera cuando Frey lo alcanzó y se tiró sobre él para detenerlo.

- Jack, no. No sabemos quién puede ser. - Le dijo saliendo de encima suyo para comenzar la andada hacia el origen del aroma.
- Tscheeeeee seguro son Smith, Jaz y Ray, salieron a cazar hace rato y seguro están comiendo algo antes de llevar la caza a la manada... Se lo van a terminar antes de que lleguemos! Vamos! Vamooooooooos! - Jack saltó varias veces intentando apurar el paso del resto con poco resultado.

No tardaron mucho hasta que llegaron a un pequeño claro donde no había nadie, sólo una fogata apagada, un cervatillo a medio cocinar y un extraño olor en el aire.
- Jack! No! - Ésta vez quién detuvo a Jack de su corrida hacia la carne fue Phill y después de embestirlo y tirarlo al suelo, se quedó recostado sobre él. - Pero tengo hambreeee! - Se quejó el lobo gris mientras Frey olfateaba el cervatillo.

- Phill, podes soltarlo. La carne no tiene nada. - Le dijo a su hermano pero éste prefirió no hacerlo y disfrutar de forma sádica de los ruegos del otro mientras se retorcía. - Phiiiiillllll tengo hambreeeeeeeee... dejameeeeeee... -

- Rose, llevate a Richie y a Didi de vuelta. - Frey volvió a dar instrucciones y la loba asintió, ya con los cachorros pataleando, colgando de sus fauces; se dió vuelta y comenzó el trote de regreso.

La situación no parecía peligrosa pero sí fuera de lo normal.
Si quienes habían estado allí fueran miembros de la manada no hubieran huído como evidentemente esa persona había hecho. Y menos dejando la presa allí.
Además, mezclado con el aroma a carne quemada había otro... muy específico de su especie..... cuando no estaban en manada... Por suerte y de acuerdo a las pisadas sólo parecía haber uno.

- Phill, llévate a Jack y repórtale del intruso a nuestro padre. - Después de inspeccionar el lugar, Frey le dijo a sus otros hermanos que se fueran.
- ¿Vas a ir tras él solo? - Le preguntó el mencionado preocupado y reprochó ante la afirmativa del mayor. - No puedes ir sólo, por ahí no es nada, pero no sabemos que tan peligroso es y.... -

- y como hay que rastrearlo para saberlo hay que deshacerse de Jack que no sabe nada de cautela y sigilo y sabés que no va a irse solo. Así que llevátelo y además. Sabés que nunca perdí ninguna batalla. - Lo interrumpió Frey.

- Hey... los escucho! Y sí soy cauteloso y soy el mejor rastreador que existe! Sigiloso y certero cual ¡Hey mi cola! - Jack tenía el morro ensangrentado de la carne a medio cocer. Apenas Phill lo había liberado se había abalanzado sobre el cervatillo y ahora, su hermano, le había mordido la cola y había comenzado a tirar de él a regañadientes.

- Éso es porque siempre te escondes de ellas Frey, pero como digas. Igual apenas deje a este idiota con mamá y le avise a papá vuelvo. - Le advirtió no muy convencido ignorando las quejas de Jack - No soy idiota! -

- Pero las que no pude evitar las gané todas~ - Frey se defendió ya alejandose por dónde el rastro indicaba el intruso había huido.

- Si! y por eso papá dice que es un desperdicio y que no sabe si sos un cobarde o qué! - Escuchó el grito de Jack a sus espaldas mientras se alejaba.

De no haber tenido un pequeño grupete de criaturas con un super oído, habría insultado. Mucho. Pero lamentablemente, sólo pudo maldecir su suerte en silencio, mordiéndose el labio inferior con fuerza. Detuvo sus pensamientos, atropellándose uno sobre el otro, cuando sintió el dejo metálico de la sangre. Abrió la boca despacio y lamió con la punta de la lengua la carne herida. Tenía que pensar, despacio y de forma ordenada. Observó, con algo de rabia, cómo devoraban su cervatillo. Bien, ahí quedaba la idea inicial de recuperar su comida.

Se presionó un poco más contra la corteza de la araucaria, manteniendo la vista fija en los lobos. Parecía un grupo más bien informal que una cuadrilla de vigilancia o, peor, una que estuviera buscándola específicamente. Punto a favor; no estaban detrás suyo. Todavía. Por supuesto, la presencia de un vestigio de campamento les llamó a atención. Era esperable. La "gente" no se adentraba tanto en el bosque. Aunque esperaba que no fuera una posibilidad que descartasen de inmediato.

La escena que se desarrollaba delante suyo, donde se tuvo en cuenta la protección de los menores primero y un ambiente ameno entre los miembros, le produjo una sensación de familiaridad que le anudó el estómago de forma desagradable por unos segundos. Cosas que hubiera preferido no recordar. Se mantuvo en silencio, llamando al orden a sus pensamientos. Necesitaba poner atención o no saldría bien de ésta.

Curiosamente, todos parecieron retirarse del área, menos uno. El cánido de pelaje dorado parecía haber estado dirigiendo sus acciones, por lo que debía tener rango más alto de todos ellos. Pero aún así, era sólo uno. Y contra uno, ella podría defenderse si hiciera falta. Pero lo mejor sería si no la encontraba y finalmente se iba. Dejó de respirar cuando entendió que estaba intentando rastrearla. Se tensó en su sitio, una de sus manos deslizándose lentamente al mango del cuchillo de caza que llevaba siempre en la cadera. Preferiría no pelear. Pero no dudaría en hacerlo, hasta la muerte si hiciera falta.

Frey siguió el rastro hasta cerca del río pero allí lo perdió.
...
Apenas había comenzado a seguirlo ¿Para qué había mandado a Jack de regreso si él tampoco servía de mucho?...
Se agachó a tomar un poco de agua. ¿Tal vez el intruso había huido nadando por el río? Sopesó la posibilidad mientras volvía al campamento, dió un par de vueltas a su alrededor de nuevo. Nada que se le hubiera pasado por alto.
Masticó un poco del medio cervatillo que quedaba y volvió a seguir el rastro hasta el río. No. Nada nuevo.

Bostezó.
El sol lo acariciaba a por entre las sombras del follaje de los árboles, el viento sacudía sus ramas provocando un sonido relajante combinado con el correr del agua. Y el aroma de las plantas y los árboles del lugar era agradable...

Frey buscó un buen lugar, con pasto mullido y sol sin sombras y se recostó soltando un segundo bostezo.
Y no había nadie que lo molestara.... Aunque no sabía si el intruso aún estaba por ahí... Pero hasta que apareciera (si aparecía) podía relajarse tranquilo.

Observó al lobo de pelaje dorado con atención, convencida de que se iría en algún momento. Por fortuna, su intuición parecía haberle ganado tiempo y una posibilidad de escapar, debido a que el rastro terminaba cerca del río. Sobre él la brisa corría más intensamente y dispersó el olor con prisa: del resto se ocupó el perfume de los pinos. Se mantuvo acuclillada, dispuesta a ejercer la paciencia que no tenía.

Una sarta de insultos silenciosos desfiló por sus pensamientos al oír el crujir de los huesos y músculos desgarrarse en las fauces del lupino. Pero un cervatillo era un precio más que aceptable si eso le permití- "Por todos los dioses!" maldijo, casi gruñendo, al verlo acostarse a dormir. Qué clase broma de mal gusto era esta? Sabía bien que había perdido toda gracia divina al momento en que había decidido marcharse de su hogar ancestral pero esto era directamente ridículo. Lo vio relajarse y cerrar los ojos: esperó en caso de que fuera una mera actuación.

No lo era. Debió pasar en la misma posición casi cinco minutos enteros antes de convencerse de ello. Suspiró con algo de fastidio. Debería arriesgarse a quedarse allí y quizás ser descubierta por algún otro que regresase a buscar a este, aumentando su número de contrincantes en caso de una pelea, o tendría que dejar su escondite y emprender la huida. Con mucha suerte, podría llegar a escapar de él incluso en una carrera, siempre y cuando no fuera a campo traviesa. De ser necesario, todavía tendría chances de ganarle en un forcejeo.

Con cuidado se deslizó hacia un par de ramas inferiores, intentando hacer el menor ruido posible. Esperó un momento y volvió a descender hasta que, al cabo de unos momentos, estaba con los pies en el suelo nuevamente. Estudió sus alrededores: la rivera del río no parecía una buena alternativa ya que era difícil para correr. Y si bien seguro el lobo conocía mejor que ella este bosque, sabía manejarse entre los árboles.

Aunque no planeaba dormirse, solo simular y descansar un rato, se descubrió a pasos del mundo de los sueños cuando un suave ruido y un leve aroma le devolvieron la lucidez.

- Aún queda algo del cervatillo. - Murmuró sin molestarse en abrir los ojos ni girarse, sólo girando sus orejas hacia el origen del sonido.

- Puedes comer y luego irte del territorio sin problemas, a menos que quieras causarlos. - Agregó con un bostezo. - Aunque yo me apresuraría porque no creo que vayan a tardar mucho en volver. -

Frey se limitó a advertirle al .... La? Forastera, por lo que el aroma que le traía el viento por momentos le decía. Preferiría evitar conflictos si era posible.... Y el solcito estaba muy lindo como para moverse.

Se detuvo en seco, sorprendida ante la repentina voz. Se le erizaron los cabellos del cuello por un momento pero intentó mantener la compostura. La advertencia, inesperada y hasta en cierto punto generosa, la tomó desprevenida. Exhaló el aire que no sabía había retenido dentro de sus pulmones y miró a los alrededores una vez más. Se sintió estúpida por un momento: quizás había sido muy iluso de su parte creer que podría escabullirse así sin más. Pero hacía tiempo, incluso se atrevía a decir que demasiado, que no se transformaba. Era posible que hubiera empezado a olvidar cómo se sentía ser un lobo.

Frunció el entrecejo un momento. Era más bien probable que la bondadosa actitud fuera, de hecho, porque creía que era humana. Intentó que su voz sonara lo menos defensiva que pudiera, a sabiendas de que traicionaría cuán nerviosa la tenía la situación. -No estoy aquí para causar problemas- replicó, dejando una mano sobre el cuchillo por precaución.

Le dirigió una mirada rápida a lo que quedaba de lo que supo ser su almuerzo -Pueden quedarse con eso. Algo encontraré en el camino- dio un paso hacia el bosque, evaluando si realmente iba a dejarla marcharse. No estaba convencida de que no fuera una trampa.

- Hmmmmm. - Frey dió vuelta su cabeza en dirección al intruso y al fin abrió los ojos. - Mientras 'en el camino' no sea dentro de este bosque. No queremos agregar otra caza no autorizada dentro de nuestro territorio. - Bostezó una amenaza implícita y se contorsionó para rascarse la oreja con su pata trasera.

Era cierto que prefería evitar problemas y que si aquella forastera se iba sin causar ninguno seria perfecto. Pero tampoco podía cederle el lujo y comodidad de que haga lo que quisiese ni podía pasar por alto tan abiertamente las reglas establecidas.

- Yo que vos comería. El límite del bosque no está muy cerca que digamos. - Le sugirió volviendo a recostarse pero sin quitar la mirada de ella. Podía estar en forma humana pero ese aroma distintivo la delataba. Era un lobo sin manada. De eso estaba seguro.

Tuvo un cruce de emociones difícil de manejar ante las palabras de su congénere y apretó los dientes con una fuerza tal que sintió los huesos crujir. Respiró por la nariz aprisa, casi agitada. Tenía que calmarse; aun cuando tener mal temperamento estuviera gravado en su mismísima naturaleza.

Con los puños cerrados, luego de unos momentos, bufó. Le siguió un suspiro, ya algo más tranquila. -No te preocupes, aguantaré bien- No era como si no se hubiera vuelto casi piel y hueso en primer lugar sin pasar hambre, asi que sabría tolerar hasta la frontera.

Un grupo enorme de pájaros levantó vuelo al mismo tiempo, unos kilómetros al sur, pero hicieron un alboroto tal que se escuchó desde donde estaban. Que clase de movilización había causado el lobo que se había ido? Imaginó que una marcha de casi 50 podría suscitar semejante reacción. "Será mejor que me apresure", decidió. -Gracias por todo- dijo de forma tajante, echándose a correr hacia el bosque.

//Pie para el ataque o simple casualidad o humanos o whatever you want//

Tenso los músculos preparado a esquivarla cuando observó su reacción. Y él que intentaba ser amable...

Pero por suerte la chica se contuvo y poco después se fue. Él también se levantó con el ruido de los pájaros y olvidándose de la forastera corrió hacia la manada.

Tal reacción que alterara a tantos animales no tenía sentido. Por mas que Jack pudiera distorsionar el mensaje con el que había mandado a Phill de regreso, no podría causar aquello.

Frey tenía un mal presentimiento. Presentimiento que se confirmó cuando comenzó a ver humo por sobre la copa de los árboles, en dirección a dónde se encontraba la manada, y gracias al olor a quemado que trajo una ráfaga de viento.

¿Qué había sucedido? Tenía que apresurarse en regresar. Aquello no parecía ser natural. Ni siquiera estaban en pleno verano y había llovido hace relativamente poco. Por no decir que no estaban lloviendo truenos del cielo...

Corría por el bosque en dirección contraria al desastre que fuera que estuviera ocurriendo; el olor a quemado era tan intenso que casi podía imaginar las llamas frente a ella si cerraba los ojos. Necesitaba salir del bosque, del territorio de la manada, de lo que sea que estuviera causando que el fuego arrasase con todo a su paso. Y así hubiera sido, si no hubiera escuchado los gritos. Clavó los pies en la tierra con un ruido sordo y volteó hacia la columna de humo que se alzaba, imponente, hacia el cielo.

Eran aullidos, casi medio centenar. O quizás fueran muchos menos, pero el eco contra la gruesa corteza del pinar los multiplicara. Eran agudos, acongojados, desesperados. Se cubrió los oídos, queriendo acallarlos y escuchar sus propios pensamientos. Tenía que irse. Tenía que irse de allí cuanto antes. Pero el dolor en aquellas voces era imposible de ignorar. A diferencia de otros forajidos, ella había tenido un rol central en una manada y... El tirón de sus instintos le retorció el pecho y la hizo gemir, incómoda y algo adolorida.

No pudo pensarlo dos veces. Se echó a correr hacia lo que, supuso, sería una masacre.

Pero los truenos no tardaron en oirse. Los disparos.

Frey no tenía idea de qué sucedía y tampoco tenía tiempo de averiguarlo. Sólo podía correr a toda velocidad por entre los árboles rogando por el bienestar de su manada, de su familia. Ignorando a su instinto que mientras más aumentaba el calor y el humo, más le gritaba que corriera en la dirección opuesta. Pero no podía hacerlo.

Su corazón dio un vuelco cuando avistó en su camino un bollo de un gris familiar, con la diferencia de que éste era gris y rojo.
- ¿Jack? ¡Jack! - Se dirigió directo a él, temblando. No sabía que pensar. No quería pensar. Frey, por primera vez en su vida sintió miedo. Jack no le contestaba ¿Por qué no le contestaba?

- ¿Phill? - Frey se detuvo a pocos pasos de Jack, temeroso de acercarse demasiado y comenzó a inspeccionar los alrededores buscando a su otro hermano. Phill se había ido junto con Jack y aunque siempre actuaba como si el lobo gris fuera una molestia no había día que no estuvieran los dos juntos así que dónde estaba el ahora?

El sonido de un disparo bastante cercano cortó sus pensamientos y, después de ojear rápidamente a Jack , corrió hacia el sonido. Decidido a que fuera quién fuera quien estuviera sosteniendo el arma de fuego iba a perecer bajo sus fauces.
GRRRRRRRRRR

El olor a sangre aumentaba a cada paso, peleando con aquel perfume tan intenso que caracterizaba el pinar. Su estómago se retorció en una compleja mezcla entre deseo y nauseas, donde sus instintos más antiguos se codeaban con aquellos vestigios de manada y familia. Se mordió el labio inferior con fuerza, casi rasgando la carne bajo sus colmillos. Se había prohibido marcharse sin al menos constatar que pudiera ayudar a alguien, aunque fuera a alguno de los pequeños. Un disparo resonó cerca suyo, seguido por un breve aullido lleno de dolor. Clavó los borseguíes en la tierra, casi yéndose de bruces al suelo, y giró a cabeza bruscamente en dirección al sonido. El olor metálico de la sangre le anudó la garganta.

Volvió a abrirse paso por el bosque, empujando ramas y arbustos con los codos y los lados de su cuerpo, hasta dar con el lobo caído. Su pelaje grisáceo estaba teñido de un carmín profundo, casi renegrido. Se le detuvo el corazón un momento y apretó las muela con fuerza unos segundos después. Corrió siguiendo el olor a pólvora y dio con el olor del lobo con que se había cruzado en el río, junto con el de otros desconocidos. Pero era confuso; no estaba de que fueran humanos, aunque ellos usaran normalmente armas de fuego. Sonrió casi con malicia, el momento para hacer preguntas vendría después. Por ahora, quería contentarse con, al menos, romper unos cuentos huesos.

De nuevo una mancha gris con manchas rojas. Aunque esta vez un gris mas oscuro. De nuevo el trueno.

- Phiiillll!! D:! - Frey no había dejado de correr y apenas vio a su oponente antes de saltarle al cuello, desgarrarle la garganta con sus dientes y luego ya ambos en el suelo, terminar de destrozarla con su garras.

- Phill, phill! - Fue hacía el manojo de pelos que tosía en el suelo sin prestarle mas atención al cadáver bípedo (?)

- ..Frey... cof cof ja.. Jack... Cof cof.(?) - El murmullo cesó con una ultima tanda de toses y el bollo peludo que era Phill dejó de moverse.

- ph... phill? Phill! D':! - Frey se quedó inmóvil a unos pasos del lobo herido. No se acercó a revisarlo. No quería saberlo. Se limitó a aullar hasta que volvieron a oírse disparos y otro humano cruzó su vista.

Los disparos ahora iban dirigidos hacia él pero no le importó mientras se abalanzaba sobre su nuevo objetivo y lo tiraba al suelo con sus colmillos clavados en su hombro.
Otro humano apareció como refuerzo pero llego tarde, el primero ya estaba el suelo, el estómago destrozado por varios carpazos y varios órganos desparramándose (?). El humano que había aparecido a ayudarlo no tuvo un destino muy diferente.

Frey volvió a aullar sobre los cadáveres y luego retomó su carrera persiguiendo aquél asqueroso aroma de los invasores.